No hay pensamiento más peligroso que aquel que aún no ha sido formulado.

Aquí se evoca el poder latente del inconcebible. Lo que no ha sido dicho todavía es lo que más amenaza al orden. La idea virgen, aún no pronunciada, es una carga explosiva sin detonar. Este aforismo nos recuerda que el pensamiento más subversivo no es el que se grita, sino el que aún se gesta, en las sombras del lenguaje, esperando su momento para incendiar la historia.